Leticia Zarantonelli: la salud animal potenciada por la sinergia institucional

 

Leticia Zarantonelli, investigadora principal de la Unidad Mixta Pasteur – INIA, llegó desde Argentina a Uruguay en 1996, para cursar un doctorado en Microbiología en la Facultad de Química de la Universidad de la República. Luego siguió un posdoctorado en fisiopatología y patogenia molecular de la infección por Neisseria meningitidis en el Institut Pasteur de París, en Francia, y regresó a Uruguay en 2006.  Trabajó en la industria de medicamentos biológicos y en 2010 se integró al Laboratorio de Control de Biofármacos del Institut Pasteur de Montevideo. Más tarde, se unió como investigadora asociada al Laboratorio de Microbiología Molecular y Estructural del instituto y en 2014 asumió el desafío que mantiene hasta hoy: liderar el laboratorio de la Unidad Mixta Pasteur – INIA (UMPI) en el instituto.

A 10 años de la creación de esta unidad, Zarantonelli cuenta cómo fueron los inicios del laboratorio, describe sus principales líneas de investigación, los desafíos del trabajo conjunto entre dos instituciones y cómo proyecta a futuro el trabajo de la UMPI.

¿Cómo surgió la UMPI?

En 2013 integré un proyecto muy desafiante liderado por el Laboratorio de Microbiología Molecular, dirigido por Alejandro Buschiazzo, que tenía como objetivo conocer cuáles eran las variantes de leptospiras que infectaban a los rodeos bovinos en Uruguay. Tuve la oportunidad de trabajar y aportar al proyecto desde mi formación en microbiología.

En el año 2014 se firmó el convenio de creación de la Unidad Mixta, que ocurrió en simultáneo a un proyecto ambicioso para el área agropecuaria: la creación de la Plataforma de Salud Animal del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA). En este marco, se constituyeron equipos interinstitucionales para abordar el estudio de diversas enfermedades infecciosas con impacto en salud animal. Se identificó la necesidad de contar en el instituto con un espacio físico, un laboratorio, que tuviera el nivel de seguridad adecuado para trabajar con muestras de animales con riesgo biológico. Entonces, se sumaron sinergias e intereses desde el ámbito científico y académico, así nació el primer laboratorio de la UMPI en el instituto.

De forma paralela INIA abrió un llamado para microbiólogos, patólogos y parasitólogos para trabajar en la Plataforma de Salud Animal. Me presenté al concurso para microbióloga y accedí al cargo. Como en ese momento se estaba materializando la creación de la Unidad Mixta Pasteur – INIA, con la instalación de un laboratorio en el instituto, en común acuerdo con las autoridades del INIA y del IP Montevideo, fui nombrada investigadora responsable del laboratorio de la UMPI.

El laboratorio comenzó como una cooperativa porque se creó con un equipamiento básico que se financió a través de fondos generados en el marco del convenio, aportados por el INIA y/o por el IP Montevideo, pero también se potenció con equipos que aportamos los propios investigadores desde distintos proyectos en salud animal.

¿Cómo es trabajar en conjunto con una institución como el INIA?

El desafío del comienzo fue formar equipos multidisciplinarios e interinstitucionales junto al INIA, que es una organización de investigación, con desarrollo tecnológico y en contacto directo con problemas que enfrentan los productores, problemas reproductivos, de producción o de aplicación de una determinada tecnología. Canalizar las necesidades del sector agropecuario y armonizar el trabajo con el aporte desde una institución de investigación como el instituto, con conocimiento en determinados patógenos y microorganismos, fue todo un desafío.

Con la firma del convenio de creación de la UMPI se definieron áreas estratégicas y hubo dos grandes temáticas. Por un lado, el área de Bioinsumos, es decir, de búsqueda de insumos que permitieran una producción agrícola sostenible y el uso de insumos naturales aplicables a la producción. Por otro lado, la Salud Animal. En ese momento, en el instituto ya había grupos que tenían líneas de trabajo con microorganismos, patógenos, virus, bacterias y parásitos, de importancia para la salud de los animales de producción.

¿Cómo evolucionaron las líneas de investigación desde que inició el laboratorio? ¿Y cómo se adaptaron a las diferentes necesidades del agro nacional?

Las líneas de investigación se fortalecieron, y a su vez, se generaron nuevas. A modo de ejemplo, comencé mis actividades de investigación en el marco UMPI como investigadora asociada al Laboratorio de Microbiología Molecular y Estructural que trabajaba en leptospirosis, sobre todo con preguntas de la investigación básica de este género de bacterias y con interés en conocer más sobre los mecanismos de virulencia. Cuando terminó este primer proyecto llegamos a una colección de aislados de leptospiras, así surgieron nuevas interrogantes y la necesidad de estudiarlas, en un contexto de interacción bacteria-hospedero. En este contexto, destaco la generosidad de Alejandro Buschiazzo que me impulsó a tomar el liderazgo en la línea de investigación en leptospirosis focalizada en el estudio de estas bacterias en modelos animales, con bovinos en el campo y con modelos murinos.

La línea de trabajo en leptospirosis se benefició por esta sinergia que se creó entre el INIA y el Pasteur porque permitió consolidar una nueva línea de trabajo a la que se sumaron nuevos estudiantes e investigadores. En el laboratorio que dirijo no solo estudiamos las leptospiras sino que también incorporamos, mediante el trabajo en estrecha colaboración con la Plataforma de Salud Animal del INIA, una línea de trabajo en Coxielosis. La Coxiella burnetii es otra bacteria que afecta la salud reproductiva de los bovinos y que tiene alto impacto zoonótico, es decir, que afecta a la salud de las personas que trabajan con animales de producción o las que trabajan, por ejemplo, en frigoríficos.

El agro es un ámbito en el que predomina la presencia masculina. ¿Cómo te sentís trabajando en un rol de liderazgo siendo mujer?

Pienso en la foto de inauguración de la UMPI: éramos tres mujeres y un número importante de varones. En mi camino no percibí impedimentos por ser mujer, pero es cierto que, a veces, no nos animamos a dar una opinión porque la discusión la dirigen quienes están en mayor número.

En los espacios en donde participo, las mujeres somos siempre minoría. En la actualidad, visualizo un aumento en el número de mujeres, pero en los ámbitos de discusión, en donde se toman las decisiones estratégicas, somos minoría. Es el gran desafío lograr que seamos más las mujeres que lleguemos a esos ámbitos de toma de decisiones.

A 10 años de la creación de la Unidad, ¿qué hitos destacas?

Desde lo científico destaco un enorme avance en el desarrollo de conocimiento sobre muchas enfermedades. El trabajo desde la UMPI generó bancos de cepas de bacterias, de parásitos, que son insumos muy útiles y de enorme valor para profundizar en el estudio de las enfermedades infecciosas y también para desarrollar nuevas y/o mejores estrategias de control y de diagnóstico de estas enfermedades. Destaco la formación de recursos humanos, con numerosos estudiantes de posgrado y posdoctorados que realizan sus tesis en el marco de proyectos de investigación interinstitucionales.

Uno de los logros importantes fue aportar metodologías de diagnóstico para estas enfermedades, para eso fue fundamental trabajar con otros profesionales, de otras áreas y de otras instituciones. Por ejemplo, junto al INIA trabajamos con veterinarios que están en contacto con el problema de salud de los animales en el campo. Desde el laboratorio podemos desarrollar la PCR o el ELISA más sensible, más específica, o la vacuna más novedosa, pero si ese desarrollo no lo podemos llevar  a la vida diaria del veterinario, que es quien debe dar un diagnóstico y una respuesta al productor, no tiene mucha utilidad. Creo que en este punto está el valor más grande que tiene la UMPI, hacer realidad el trabajo en sinergia de investigadores del Pasteur y del INIA.  

Otro de los hitos a destacar de estos 10 años fue concretar la creación de un espacio de trabajo de la UMPI en la Estanzuela, en Colonia. Ahora existe un laboratorio de la UMPI en un campo experimental de INIA, en donde trabajan investigadores del IP Montevideo y del INIA en un proyecto biotecnológico de enorme valor y muy desafiante para el sector agropecuario nacional.

¿Cuáles son los principales desafíos que avizorás para la UMPI?

El primer desafío es potenciar a la UMPI, dar a conocer la posibilidad de trabajar de manera sinérgica para que cada investigador en el INIA o en el Pasteur que piense en un proyecto, pueda decir “esto puede ser de interés para el INIA o el Pasteur”.

Como desafío, también destaco la posibilidad de que a futuro haya unidades de la UMPI en las distintas estaciones del interior, en donde haya un espacio para que investigadores del IP Montevideo y del INIA puedan trabajar en proyectos de interés común. A medida que surjan nuevos proyectos y se identifique la necesidad de nuevas sinergias, se concretará la creación de nuevos laboratorios de la UMPI.

En este sentido, quiero destacar el rol de Otto Pritsch en la creación de la UMPI. Con su labor tenaz, su visión a futuro y su enorme capacidad de articular trabajó desde los inicios de nuestro Instituto para que se concretara el convenio entre el INIA y el Pasteur. Desde su visión Otto aseguraba que la UMPI no debía ser solo un laboratorio y destacaba la necesidad de crear espacios de la UMPI en las distintas unidades experimentales.

Desde mi lugar, el mensaje que insisto en transmitir es que la UMPI es mucho más que un laboratorio, es una estrategia, una visión y una forma de trabajo. A partir de potenciales sinergias se pueden generar tantos proyectos como necesidades y oportunidades se identifiquen en el sector. La sinergia entre el INIA y el Pasteur es, sin dudas, muy productiva y con un enorme potencial para el desarrollo científico y tecnológico del país.

 

Sergio Pantano
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