La colaboración como pilar fundamental en la investigación

Un instituto colaborativo y abierto. Así fue como el grupo de investigadores que impulsó la fundación del Institut Pasteur de Montevideo (IP Montevideo) se imaginó que sería este centro de investigación científica.

Según Carlos Robello, integrante de ese grupo fundador y responsable desde entonces del Laboratorio de Interacciones Hospedero-Patógeno y de la Unidad de Biología Molecular, no solo se ha cumplido con el objetivo de formar recursos humanos, sino también con el de trabajar en conjunto con otras instituciones y organismos de Uruguay, la región y el mundo.

En particular, para los proyectos de investigación sobre zoonosis y enfermedades infecciosas —áreas de trabajo de Robello— ha sido fundamental el vínculo con otros centros especializados en áreas complementarias al IP Montevideo.

Sobre esto reflexiona Robello en la siguiente entrevista:

Como uno de los investigadores que integró el grupo de fundadores del IP Montevideo, ¿creés que el instituto ha recorrido el camino que se imaginaron en aquel momento?

En términos generales se cumplieron los objetivos, pero fue mucho más allá de lo que nos esperábamos. Si vamos a los objetivos fundacionales, que tenían que ver con investigación, formación de recursos humanos y lo que llamamos biotecnología (que hoy de alguna manera es traslacional y de aplicación), se cumplió con todo.

Lo que no esperábamos era que fuera un crecimiento tan enorme. El otro tema en que habíamos pensado era que fuera un instituto abierto, no cerrado en sí mismo sino regional y con proyección internacional. Eso también se cumplió, porque si uno mira las colaboraciones y los trabajos en equipo, tanto dentro del país, como en la región y a nivel internacional, eso se ha mantenido, incluso trascendiendo la Pasteur Network. Generar vínculos de una forma más amplia era muy importante.

¿Qué reflexión hacés del hecho que, como parte de tu generación, ayudaste a la formación de personas que hoy están accediendo a puestos de investigadores o investigadoras principales?

Por un lado, es un motivo de alegría. Creo que lo más importante es que hubo un salto cualitativo. Antes había que salir del país para formarse, ahora se pueden formar recursos humanos íntegramente en Uruguay, aunque no es que no haya que salir para ver nuevas realidades.

Eso es posible gracias a que hay investigadores e investigadoras formados muy capaces y que hay una masa crítica, porque uno, en general, no investiga solo, sino que colabora. También hay equipamientos que permiten llevar adelante el trabajo en Uruguay. Entonces, es una alegría empezar a ver cómo la gente más joven se va incorporando en los cargos de investigadores responsables, pero más importante es ver cómo el país está pudiendo formar sus recursos humanos.

De cualquier forma, en el país hay un gravísimo problema de financiación. Podríamos hacer mucho más, profundizar y cumplir con ciertos objetivos, que no son solo del IP Montevideo, sino también de otras instituciones. Si tuviéramos una financiación acorde. Simplemente pedimos financiamiento que se asemeje a los porcentajes de la región. Ahí ya sería un salto cualitativo importante.

Más allá de que sea positivo tener una experiencia en el exterior, ¿qué cambió en estos años para que los investigadores puedan formarse en Uruguay?

Se fue consolidando una cultura de investigación. Hay un núcleo importante de investigadores e investigadoras con altísima formación que está integrado por distintos grupos. Uno es el grupo vinculado a mi generación, que se formó en el exterior y volvió para desarrollar su trabajo acá. Ese núcleo de gente tuvo el doble rol de ser fundacional y, a la vez, de seguir produciendo conocimiento. Eso, por un lado.

Por el otro, también hay gente que fue volviendo al país, que viene de otra generación, pero que se formó afuera. En este sentido, también hay algunos investigadores e investigadoras de Argentina que eligieron instalarse acá.

Luego, están los jóvenes que se fueron formando. Así se fue generando ese núcleo.

El mejor ejemplo de los frutos de esa cultura de investigación se vio en la pandemia. Quince años atrás no hubiéramos podido responder como respondimos ahora con desarrollo de kits o con una red de trabajo de colaboración entre la salud y la investigación.

En tu área en particular, ¿cuáles son los principales desafíos para investigar sobre zoonosis en Uruguay?

Los principales desafíos tienen que ver con mantener el espíritu fundacional del instituto, es decir, un espíritu integrativo y colaborativo. El IP Montevideo surge en alianza con la Universidad de la República y con la Pasteur Network (como hoy se la conoce). Eso, de alguna manera, siempre fomentó un espíritu colaborativo.

En zoonosis o enfermedades emergentes, por ejemplo, todo lo que sea vinculado a grupos de trabajos interdisciplinarios va a fortalecer el trabajo. En cambio, todo lo que sean personalismos —porque estamos en una cultura neoliberal y no estamos libres de eso—, del “yo quiero ser el dueño del tema”, va en detrimento de lo que son los principios fundacionales.

Esto es aplicable no solo a zoonosis, pero es un buen ejemplo, porque en este tema precisamos de gente que venga de veterinaria, del área médica, vinculados a salud pública y a epidemiología. Nuestro grupo participa en investigación básica, ya sea de proteómica o aspectos genómicos. Todo el trabajo se hace en equipo. Lo horizontal es mucho más importante que la estructura vertical, que siempre es una amenaza en esta estructura de mercado en la que vivimos.

¿Cómo se da ese vínculo, en el caso de su grupo, con otras instituciones a la hora de investigar sobre zoonosis y enfermedades infecciosas?

Por un lado, tenemos el convenio marco con la Universidad de la República. Es clave, porque contamos con dos investigadores que son del Departamento de Parasitología del Instituto de Higiene de Udelar. Ambos tienen doble filiación, integran ese departamento y, además, el Laboratorio de Interacciones Hospedero-Patógeno. Fluye naturalmente, porque lo que tiene que ver con la parasitología y la medicina se hace en el departamento; todo lo que tiene que ver con lo molecular lo hacemos en el instituto.

Hacemos transferencias bidireccionales. Por ejemplo, hemos transferido sistemas que desarrollamos para detectar varios patógenos por PCR. Lo mismo pasa con el Departamento de Bioquímica de Facultad de Medicina.

También interactuamos con el Ministerio de Salud Pública y con la Facultad de Veterinaria. Se han hecho, dependiendo de la temática, diversos grupos de trabajo.

Ahora conformamos un grupo de trabajo interdisciplinario que tiene que ver con leishmaniasis y con la vigilancia en perros y en humanos, con estudios moleculares, y con el aislamiento de patógenos y caracterización. Eso lo enmarcamos en una red de leishmania, que se llama LeishSul, en la que participamos para tener también la experiencia de otros países que empezaron antes con el problema.

Peru-De-Salud.com