Mariela Bollati: el desarrollo de la UBC y los cambios en la comunidad científica
Mariela Bollati residía en Alemania cuando quedó seleccionada en el llamado para ser responsable de la Unidad de Biología Celular (UBC). Cuando aceptó el trabajo, el instituto todavía no se había terminado de construir.
Más de 17 años después, habla sobre la evolución del IP Montevideo y de la UBC. En el marco del Mes de la Mujer, también reflexiona sobre los avances que se han logrado y los que aún faltan respecto a la equidad de género en la ciencia.
¿Qué recuerdos tenés de los inicios del instituto y sus principales cambios?
Primero está el cambio de escala, porque en los inicios del instituto éramos muy pocas personas trabajando, 20 o 25. En ese entonces, por un lado, había más interacción, porque éramos pocos; pero por el otro, estábamos más aislados como para colaborar. Ahora creo que hay una linda masa crítica para interaccionar y cooperar.
También se han profesionalizado muchos procesos, y las personas también hemos crecido, avanzado en nuestras carreras y también nos hemos profesionalizado. No quiero decir que en los inicios no éramos profesionales, pero como había que establecer todo de cero, en ese intento de iniciar procedimientos, tal vez implementábamos una cosa, pero después con la misma práctica nos dábamos cuenta de que no funcionaba, entonces teníamos que corregir. Todos estos años de construcción institucional, con aciertos y desaciertos, contribuyeron a que todos estos procesos fluyan actualmente de una forma más natural.
¿Qué evolución has visto en la Unidad de Biología Celular desde las primeras etapas hasta ahora?
En la UBC hubo una evolución en cuanto al foco y también a la cantidad de personas que la componen. De tener inicialmente dos o tres integrantes, ahora pasamos a ser ocho.
Además, en sus inicios la UBC tenía un rol más basado en funcionar como plataforma o unidad tecnológica. En esa primera etapa el foco estaba en la instalación de capacidades, entrenamiento de RRHH y puesta a punto de los servicios. Con el tiempo nos dimos cuenta de que era un proceso mucho más enriquecedor, tanto para la unidad como para los colegas que se acercaban, establecer colaboraciones científicas y no ser netamente prestadores de un servicio tecnológico. Entonces de a poco fuimos evolucionando a lo que podríamos definir hoy como una unidad híbrida, que si bien sigue prestando ciertos servicios o asistencia, además nos hemos involucrado también en la gestación de proyectos de investigación.
En ese camino surgieron diferentes líneas de investigación que se fueron originando en el seno de la unidad, que también dio lugar a que estudiantes, de grado y posgrado, puedan ejecutar sus proyectos de investigación en la UBC.
¿Qué líneas de investigación y qué servicios destacás de la unidad?
En cuanto a servicios tenemos dos grandes pilares. Por un lado, aquellos basados en la tecnología de cultivos celulares. Hemos construido un banco celular que cuenta con más de 50 líneas celulares obtenidas de fuentes acreditadas y proveemos a nivel nacional e institucional de líneas celulares para quien las necesite. A su vez generamos nuevas líneas celulares, ejecutamos una diversidad de ensayos celulares y en el último período hemos desarrollado cultivos en 3D.
El otro pilar que tenemos como unidad tecnológica es la basada en citometría de flujo. Aquí nuestro rol es, por un lado, entrenar a todos aquellos investigadores o investigadoras que quieran utilizar en forma independiente la citometría de flujo como herramienta analítica. Y por otro, para análisis más específicos o puntuales, participamos en el diseño y ejecución de los mismos.
Además, tenemos la capacidad para realizar cell sorting o separación celular. Es decir, a partir de un análisis de citometría de flujo de una determinada población, podemos definir en base a ciertos parámetros los criterios de separación para obtener una sub-población de esa mezcla y luego proceder a separarla. El equipo que tenemos aquí instalado para realizar esta separación es único en Uruguay por su configuración y especificaciones.
En cuanto a líneas de investigación, hemos trabajado por un lado en el desarrollo de los cultivos 3D y de organoides que, si bien hemos invertido un buen tiempo en la puesta a punto, al presente los empleamos para responder diferentes preguntas, ya sea preguntas más básicas sobre la fisiología o el desarrollo, o bien en el contexto de enfermedades infecciosas.
También hemos desarrollado diversas líneas celulares reporteras y muchas de ellas se utilizan en diferentes ensayos o proyectos de investigación colaborativos para abordar diferentes preguntas.
Como científica argentina en Uruguay, ¿qué representa la etapa de trabajo en el instituto en tu vida?
En mi caso no planifiqué venir a Uruguay, se dieron las circunstancias. Hice toda la carrera de grado y gran parte de mi posgrado (doctorado) en Argentina, luego migré a Alemania en el 2000. Mi doctorado lo defendí en 2002, y desde 2003 a 2006 realicé un posdoctorado en Alemania. Estando allí, sin pensar en volver ni a Argentina ni a la región, me llega la información del llamado para el Institut Pasteur de Montevideo. Se presentó como un desafío interesante sobre todo para la altura de la carrera en la que estaba, así que apliqué.
Para mi carrera fue muy bueno volver a la región. En mi caso particular, que hice desde primaria hasta universidad en instituciones públicas, el retorno a la región lo visualicé como una oportunidad de devolver a la sociedad (Argentina y regional) todo lo que había recibido.
Venir al instituto marcó un antes y un después en mi carrera. En su momento también implicó un riesgo porque si bien culturalmente somos muy parecidos argentinos y uruguayos, en mi caso era extranjera y debía empezar todo de cero. Pero hoy, viéndolo en perspectiva, fue una buena decisión y en mi carrera marcó un salto cuanti y cualitativo. Considero que las condiciones para todos aquellos que aterrizamos en el instituto fueron muy buenas para el arranque y para el inicio. Por supuesto que después tuvimos que estar a la altura de los acontecimientos para mantener el nivel, el ritmo y la calidad de nuestras contribuciones científicas.
Participás en muchas redes internacionales, ¿cómo es la interrelación o la conexión entre los científicos?
Parte del éxito de una persona investigadora o de la ciencia en sí es poder establecer redes de colaboración, no solamente internas o nacionales, sino que también regionales e internacionales, porque de esa manera nos enriquecemos todos.
Hoy creo que el hecho de formar redes internacionales nos abre la cabeza a todos. Por ejemplo, creo que en los países donde disponen de más recursos para ciencia y tecnología valoran muy bien a la ciencia que se hace en Latinoamérica, por su creatividad y calidad. Todos tenemos mucho para aprender y aportar en la diversidad, frente a realidades diferentes, aunando esfuerzos y miradas diferentes para atacar una pregunta científica o un desafío tecnológico.
Establecer redes es muy bueno y saludable para la ciencia en general y cuanto más internacional sea una red mejor es, porque aporta la visión de las fortalezas y debilidades de cada lugar.
En el marco del mes de la mujer, ¿qué desafíos considerás que se lograron en los últimos años en cuanto a género en el ámbito científico y cuáles son las cosas que faltan?
Hay varias cosas que se han logrado, como por ejemplo visibilizar más a las mujeres. Creo que para las mujeres ayudar y promocionar a otras es algo más natural, pero se ha logrado en los últimos tiempos que toda la comunidad científica esté visibilizando y apoyando el rol de las mujeres en la ciencia.
También se han logrado más espacios de discusión y algunas contemplaciones en cuanto a la maternidad por ejemplo, porque antiguamente si tenías una beca o estabas con un cargo, tenías los meses de licencia maternal y punto, no se contemplaba eso en tus antecedentes. Ahora en el sistema de becas, en el Sistema Nacional de Investigadores u otra instancia donde se realiza una evaluación, se contempla a la hora de puntuar si estuviste de licencia maternal, la cantidad de hijos, o si estás a cargo del cuidado de personas mayores o con discapacidad.
A nivel institucional también se avanzó en la creación de la Comisión de Género, la realización de un diagnóstico para saber si existían desigualdades de género para el mismo cargo y la equiparación de los salarios.
Pero a nivel de la ciencia en general tenemos que seguir trabajando. Deberían existir políticas públicas en donde se provea de apoyo durante la maternidad, el período durante la primera infancia de los niños o para el cuidado de personas a cargo. Si pensamos en una mujer que se está formando y tiene un hijo, puede que tenga que poner la tesis en stand by porque no dispone de apoyo, además considerando que los montos asignados en las becas no son suficientes para cubrir los gastos de subsistencia. Por lo que se tiene que recurrir a una red de apoyo familiar, lo que en muchos casos no es viable.
También debemos fomentar la educación general de la sociedad, empezando en edades tempranas de la infancia, a través de la familia y de los docentes, fomentando las vocaciones, las habilidades de cada individuo, independiente del género. Desde nuestro nivel, en tanto, promoviendo las carreras de todos y todas, y visibilizar el rol de las mujeres en todos los ámbitos.