UBAL: la ciencia al servicio de la ciencia

Más de 10.000. Ese es el número aproximado de ratones con los que la Unidad de Biotecnología de Animales de Laboratorio (UBAL) del Institut Pasteur de Montevideo (IP Montevideo) cuenta actualmente en su bioterio.

La gran mayoría de los 30 grupos de investigación del instituto hacen uso de esos ratones para sus experimentos y varios grupos externos también confían en el trabajo de los integrantes de la UBAL, dirigidos por la veterinaria Martina Crispo.

En esta entrevista, Crispo comenta sobre la ciencia al servicio de la ciencia, la importancia del trabajo en equipo, un particular sueño y un 2022 lleno de grandes destaques para ella.

Estás a cargo de una unidad que presta servicios a otros científicos. ¿Qué significa hacer ciencia al servicio de la ciencia?

Nos gusta brindar nuestro servicio de la mejor calidad y forma posible, y atender a las muy diversas necesidades de todos los investigadores e investigadoras, que cada vez son más. Cuando empezamos en el instituto éramos muy poquitos, ahora es más complejo y por eso implementamos un software de gestión en el bioterio para que nos ayude a manejar los ratones, que hoy son más de 10.000. Buscamos mantener la misma calidad de servicio que al principio e incluso mejorarlo. Tratamos de que los investigadores puedan tener sus ratones en tiempo y forma para hacer sus experimentos, los ayudamos en los protocolos y manipulación de los animales.

Para este tipo de unidad es fundamental el trabajo en equipo. Que hoy la UBAL sea lo que es no es solo mérito mío, sino también del equipo. Los puedo dirigir, pero ellos son los que están atrás haciendo todo el esfuerzo, acompañando mis locuras. Quiero reconocerlos a ellos, al equipo que se ha formado después de tanto tiempo, porque sé que si no estoy, ellos se harán cargo de la plataforma de gran forma.

¿Y qué te motivó en un principio a hacer este tipo de ciencia?

Fue el destino. No tenía pensado hacer esto de mi vida, pero en el IP Montevideo precisaban un veterinario para trabajar con los animales, eso siempre me gustó, y el hecho de saber que con los ratones podía ayudar a los investigadores e investigadora, y a la biomedicina a avanzar me pareció fantástico.

¿Cómo analizás la evolución en el uso y el trabajo con los animales de laboratorio? ¿Cómo consideras que esos cambios han impactado en la ciencia que hacen aquellos a quienes la UBAL les presta servicios?

Creo que la que involucra animales de laboratorio es una ciencia muy dinámica, en constante evolución, por suerte. Ha habido cambios muy grandes desde que empezamos a trabajar en el IP Montevideo e incluso desde antes de eso.

Antes se hacían cosas con los animales que hoy no se pueden hacer y hay muchos más protocolos para trabajar. También tenemos una ley nacional de experimentación animal, la número 18.611 —en la cual participé en la redacción—, para trabajar de una forma éticamente responsable.

Eso, sin duda, ayuda a que las investigaciones y los resultados sean de mayor calidad. Los ratones están en mejores condiciones ambientales, están sin bacterias, sin virus… Entonces, al momento de hacer un trabajo experimental con esos animales está seguro de que el resultado va a ser por lo que está probando y no porque el animal estaba en malas condiciones de salud.

¿Cómo es el vínculo entre la UBAL y otros laboratorios?

Desde hace cuatro años empezamos a cambiar un poco la modalidad para empezar a trabajar más en colaboración; antes era un servicio puntual. Ahora tenemos mucho más vínculo con los demás grupos de investigación del instituto.

Más allá de nuestras propias investigaciones, colaboramos mucho con otros grupos. Se han acercado bastante, no solo para generar animales genéticamente modificados, sino también para ensayos en ratones más estándar, de prueba de drogas.

¿Y eso ha sido beneficioso para la UBAL?

Sin dudas. Se mejoró el vínculo sobre todo porque nos involucramos más. Los técnicos que trabajan en la UBAL se involucran más en el protocolo experimental del investigador y colaboran, o incluso proponen mejoras. Ha sido una evolución fructífera, que implica no solamente entregar los ratones, sino que hay una preparación, ayuda, una cuestión de hacer el trabajo juntos. Hoy, el 80 % de los grupos del instituto trabajan con animales de la UBAL.

¿Cuáles han sido los principales hitos en la UBAL en estos 15 años de existencia del instituto?

Tener equipamiento de punta para alojar a los animales y mantenerlos en buenas condiciones. Eso ha sido un hito para nosotros para trabajar en forma más cómoda.

También incorporamos tecnologías como la imagenología o los modelos patógenos en animales. Y algo muy importante es que se logró la valorización del trabajo de los técnicos de bioterio que trabajan en la UBAL. Hasta hace un par de años no tenían el título de técnicos, eran “personal de mantenimiento”.

Sin embargo, en un trabajo conjunto con Dirección, se logró que se les reconociera el trabajo que hacen con los animales de experimentación. Ha sido un gran hito para nosotros. El trabajo de ellos es fundamental para lo que hacen los investigadores.

Si pudieras soñar con el bioterio ideal para el instituto, ¿cómo sería?

El bioterio ideal es un lugar en donde podamos trabajar todos de forma cómoda, segura, responsable y que los animales estén en buenas condiciones. Hoy están en buenas condiciones, pero nos falta espacio.

¿Algo de eso podría llegar a implementarse en un futuro?

Lo soñé y ya tengo los planos, un modelo en 3D de cómo sería el bioterio… Lo que falta es el financiamiento para llevar el proyecto adelante. En 15 años hicimos muchísimo con el bioterio con lo poco que había y ahora estamos prontos para dar el siguiente paso. Mi sueño no es solamente tener un bioterio mejorado, sino también acreditado internacionalmente.

En marzo organizaron en el IP Montevideo un curso teórico-práctico del uso de animales de laboratorio y en mayo se va a desarrollar un curso internacional vinculado al uso de herramientas de edición genética en ratones. ¿Cuál es la importancia no solo del contenido del curso en sí, sino también de realizar en el instituto este tipo de instancias?

Para nosotros, el curso de uso y manejo de animales de laboratorio es la base para que todos los investigadores que vayan a trabajar en el bioterio tengan la formación y la capacitación necesaria para manipular correcta y éticamente, y con respeto, a los animales. Es un curso local, pero año a año se va a transformando en algo más grande, ya que en esta oportunidad, por ejemplo, vino gente del exterior a dar charlas.

El de mayo es un curso que hacemos cada tres años. Traemos a referentes en el área de generación de animales genéticamente modificados de España, Inglaterra, Francia e Italia. Nos juntamos, nos ponemos al día con las nuevas técnicas para generar animales genéticamente modificados y para la parte de criopreservación de embriones. También vienen estudiantes de la región, porque tenemos apoyo de ICGEB, UNU-Biolac y Pasteur Network, lo que nos permite traer gente de todos. Apostamos sobre todo a lo regional, en donde no hay tantos cursos de este estilo.

El 2022 fue un año de reconocimientos a nivel personal: te nombraron miembro de la Academia de Veterinaria de Francia (primera mujer sudamericana en lograrlo), también integrante de la Academia Nacional de Veterinaria y recientemente recibiste el Premio Mujer del Año en Ciencia, que es un premio más social pero que refleja también la mirada del público general en tu trabajo. ¿Qué han implicado para ti estos reconocimientos?

Son reconocimientos a tantos años de esfuerzo, de trayectoria, de trabajo en el día a día para intentar hacer las cosas lo mejor posible, con pasión y cariño. Después de estos reconocimientos no puedo pedir más nada… El nuevo bioterio y nada más (risas).

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