Hacia la ciencia de alta calidad

Un instituto con alto nivel científico. Eso fue lo que, en resumidas cuentas, destacó el Comité Científico Internacional al finalizar las Jornadas Científicas 2023 del Institut Pasteur de Montevideo (IP Montevideo).

Pese a los históricos problemas de financiamiento para la investigación en el país y la región, el IP Montevideo ha logrado desarrollar ciencia de calidad que ha llegado a algunas de las revistas científicas de mayor impacto del mundo. Esta es una variable, pero también hay otras que hablan de un reconocimiento al trabajo de quienes hacen ciencia desde el IP Montevideo.

Sobre qué es lo que se ha buscado y se quiere hacer para apoyar a los investigadores e investigadoras en su tarea, los objetivos a futuro y el balance de las recientes Jornadas Científicas, José Badano, director académico del IP Montevideo y responsable del Laboratorio de Genética Molecular Humana, habla en la entrevista de este mes.

¿Cómo has visto el desarrollo de los científicos del instituto, a nivel académico, en los últimos años?

Hay un aumento constante en la calidad científica del instituto. Se está haciendo muy buena ciencia, ciencia interdisciplinaria y veo que hay mucha colaboración entre grupos. También creo que en las generaciones más jóvenes hay muchísimos científicos y científicas súper destacados, con iniciativa, con ganas y proactivos. En ese sentido, veo muy bien al instituto.

Todo esto se está reflejando, no sé si en el número de publicaciones, pero sí en la calidad de las publicaciones. Estamos accediendo con mayor regularidad a las revistas de alto impacto. Con esto no quiero decir que el impacto de esas revistas sea necesariamente una buena medida de la calidad científica, pero es un hecho de la realidad que estamos entrando en ellas.

Creo que es porque estamos haciendo ciencia de muy buen nivel. Ya la veníamos haciendo, pero ahora se le suma el hecho de estar trabajando en temas de actualidad o de interés para una amplia porción de la comunidad científica. Tenemos de las dos cosas: gente que trabaja en nichos más chicos, con muy alta calidad; y gente que ha logrado hacer preguntas más amplias, y eso está también generando ese tipo de acceso a otras revistas.

La calidad científica del instituto quedó reflejada en las Jornadas Científicas, tanto por el nivel de las charlas como por el nivel y la cantidad de los posters. Es verdad que a veces la cantidad no dice mucha cosa, pero hubo una gran variedad de temas en los posters, con gran profundidad y nivel. Eran todos proyectos que ya están en pleno desarrollo, con resultados preliminares y otros con resultados no tan preliminares. Es decir, la producción que hay es muy importante.

¿Esto sucede tanto a nivel de maestrías como de doctorados?

Sí, e inclusive te diría que está pasando a nivel de tesinas de grado o tesis de finalización de carrera. Esa es una etapa en la que es esperable que el o la estudiante aprenda, pero hemos tenido la suerte de contar con un montón de estudiantes muy jóvenes, con muchísima proactividad, ganas y capacidad.

En sus posters se ve un alto nivel que ya no es solo “mi proyecto es…”, sino más bien “tengo estos datos o resultados”. E incluso ya hay publicaciones que involucran a estudiantes de tesina de grado.

Por todo esto creo que en el instituto tanto la rama científica como el área administrativa están muy saludables. Tengo una visión muy optimista del instituto en general.

Desde tu posición de director académico, ¿cuáles considerás que es el principal obstáculo o desafío que enfrentan los científicos actualmente?

Creo que sigue siendo un problema el tema de la financiación, tanto por los montos que reciben los proyectos como por la capacidad de financiar recursos humanos.

El instituto ha hecho un esfuerzo muy grande —y lo sigue haciendo— para paliar esas cosas. Por ejemplo, las alícuotas que se dan a los laboratorios han crecido enormemente y son una ayuda muy buena; ni que hablar de los esfuerzos que se han hecho para apoyar la progresión de las carreras de jóvenes científicos y de generar nuevos cargos. Lamentablemente es un problema del país y también de otros lados; no es excluyente de Uruguay.

Estamos generando muchos jóvenes científicos y científicas de muy alto nivel, y estaría buenísimo tener mucha más plata para captarlos y retenerlos a todos o a la mayoría.

El desafío ahora es seguir generando herramientas —así como lo fue el programa de equiparación de sueldos, por ejemplo— y no quedarse a la espera de las clásicas formas de financiación, como las becas del Estado. Tenemos que ser muy proactivos. Creo que, en particular, esta Dirección —tanto Carlos Batthyány como Alicia Bentancor— ha sido sumamente exitosa y proactiva en buscar formas de financiación extra.

Ahora estamos a punto de largar un Programa Solidario. Un problema muy común que tienen nuestros becarios es que, dados los tiempos de evaluación y de llamados de las becas, muchas veces quedan con “pozos” en la financiación. Por seis meses o un año no tienen financiación. Este es un programa que ya se había implementado en algún momento en el instituto y ahora, gracias a las donaciones, vamos a poder implementarlo de nuevo.

Este programa implica apoyar a un científico o científica que, por ejemplo, se quedó sin beca para la maestría y quiere arrancar su doctorado, pero el llamado no cierra hasta tal fecha o la resolución demora equis cantidad de meses más. El objetivo, entonces, es apoyar para dar continuidad en un momento en el que lo ideal es que las personas estén 100% comprometidas con sus tesis y es una debilidad muy grande que se queden sin salario. El Programa Solidario apunta a cubrir esos huecos.

El instituto, en ese sentido, es muy humano —siempre lo fue— y siempre está intentando generar herramientas para atender las diferentes situaciones que puedan surgir en la vida de los científicos y científicas.

¿Qué objetivos persigue el instituto en el corto y mediano plazo, desde el punto de vista académico?

Los objetivos deberían seguir siendo los mismos que tenemos desde el inicio: hacer ciencia de la mejor calidad posible, hacer cursos de la mejor calidad posible y entrenar estudiantes para que salgan con las mejores herramientas, ya sea para insertarse en el instituto o en otras instituciones académicas nacionales o internacionales.

Uno de los mejores indicadores de que las cosas andan bien es cuando nuestros estudiantes son aceptados en universidades de primer nivel para hacer un posdoc, por ejemplo. Habla del nivel de la ciencia que hacemos nosotros. Lo ideal sería que todos pudieran salir y luego pudieran volver, si así lo quisieran.

El objetivo es ese: seguir mejorando, generando herramientas para hacer más y mejor ciencia. Y el fin no tiene por qué ser necesariamente el acceso a revistas de alto impacto. Eso debería venir como consecuencia del trabajo.

Queremos seguir manteniendo un nivel tecnológico alto y seguir sumando expertises, para que las limitantes a las preguntas que nos hagamos no dependan de si tenemos acceso a un aparato o no, o si lo sé usar o no. Las limitantes deben venir por nuestra capacidad de imaginarnos las preguntas y las hipótesis.

Quizás sea muy difícil generar una masa crítica en temas específicos, pero teniendo cursos internacionales y la capacidad de mandar a nuestra gente a hacer pasantías afuera —como en el caso del Instituto Weizmann— podemos minimizar esa ausencia de masa crítica específica.

Podemos tener un espíritu muy colaborativo, abierto, que creo que quedó evidenciado en las Jornadas Científicas. Ese plus da mucha horizontalidad entre los diferentes grupos y da la capacidad de no limitar la pregunta a lo que sabemos, sino de nutrirnos de lo que saben nuestros colegas. Creo que el instituto tiene que seguir por el mismo camino.

¿Qué objetivos se plantearon para las Jornadas Científicas 2023?

La última vez que se hicieron las Jornadas fue en 2017 y pasaron varias cosas en estos años. Primero, pasó la pandemia, la cual enfocó nuestras discusiones por mucho tiempo en una temática en particular. También entró mucha gente.

El objetivo de las Jornadas Científicas era volver a fomentar esa horizontalidad, esa interacción entre los grupos, que supone conocernos, saber qué es lo que está haciendo el de al lado. A veces estás metido en el laboratorio intentando resolver un problema, y un otro laboratorio vecino ya lo resolvieron o tienen la herramienta para hacerlo.

Instancias como las Jornadas o como el Ciclo de Seminarios de los jueves, que son súper importantes, permiten tener un pantallazo general de lo que se está haciendo, conocer a la gente en el instituto, ver en qué anda cada grupo, ver las cosas nuevas que han surgido y darle una oportunidad también, sobre todo, a la gente más joven de exponerse.

También, tener la oportunidad de contarle a la comunidad lo que hacen, por qué lo hacen, para qué y qué les dio es parte del crecimiento profesional. Cosas como exponer frente al público son importantes en la vida del científico y se aprenden haciéndolas.

Ya pasadas las jornadas, ¿qué balance se ha hecho?

Sinceramente fueron de las mejores Jornadas Científicas que hemos tenido. Por supuesto que cada una tiene lo suyo, y cuando éramos menos hemos ido a hoteles a estar todos juntos y eso tiene su plus.

Esta vuelta no sé si es porque hacía varios años que no se hacían, porque estuvo la pandemia en el medio, o porque crecimos mucho, pero quedé sumamente satisfecho, no solo por el nivel científico —cosa que recalcó el Comité Científico Internacional en público y en privado en varias oportunidades—, sino también por el ambiente.

Siento que fue un ambiente alegre, de querer estar ahí, de que no era una carga, tanto por parte de los presentadores como de quienes fueron a escuchar. Se generó un ambiente muy sano y lindo de querer compartir y de saber sobre lo que están haciendo los demás.

La carpa estuvo llena todos los días, así como las sesiones de posters. Todos los posters tenían entre dos o cuatro personas preguntando e incluso hubo que cortar y pedir que redondearan para que volvieran a las charlas.

Me quedé con una sensación muy linda del ambiente que se generó.

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